martes, 24 de junio de 2008

Oportunidades perdidas - HISTORIA

A partir del conflicto con el campo y de cara al bicentenario, que bueno seria repasar un poco de historia sobre que paso años atrás, que paso en nuestro centenario, porque siempre nos enfrentamos, es nuestra naturaleza? Estamos condenados por nuestra nefasta ó heroica historia?

Abro esta entrada con esta nota de Felipe Pigna que describe muy bien que fue lo ocurrido en nuestro centenario:

CUANDO LA HISTORIA PARECE REPETIRSE: REGIMENES FRAUDULENTOS, DICTADURAS O DEMOCRACIAS LIMITADAS OBTURARON EL PROGRESO DE LA SOCIEDAD

La noria de las oportunidades perdidas


Felipe Pigna. Historiador
fpigna@clarin.com
http://www.clarin.com/suplementos/zona/2008/06/22/z-03601.htm



Rescato estos párrafos:


" Nuestra política económica estaba pensada para satisfacer las necesidades de los mercados externos y de la elite beneficiaria del modelo y no las de la mayoría de los argentinos. Prueba de ello es la escasísima construcción de hospitales, y la concentración de la obra pública en las zonas vinculadas a la exportación y el literal abandono del resto del país. El "granero del mundo" tenía regiones enteras sumidas en la miseria y la desnutrición"

"Muchos de los proyectos tendientes al desarrollo económico y social fueron bloqueados en el parlamento por los mismos sectores que terminarían derrocándolo en 1930."

"La cuarta gran oportunidad fue sin dudas la que se dio con el modelo desarrollista promovido por Frondizi entre 1958-1962, que tras lograr el autoabastecimiento petrolero y el desarrollo de la industria pesada, fue interrumpido violentamente por la alianza de economistas "liberales" y militares de derecha, que representaban al viejo modelo agroexportador."

"La décima es la actual, la que no podemos perder. Es una de las más claras oportunidades de nuestra historia: vivimos en democracia, producimos lo que el mundo demanda, tenemos muy poca competencia, los precios son óptimos, a punto tal que con voluntad política, solidaridad y patriotismo se podría garantizar el precio justo para los productos del consumo popular, sin que ningún sector se vea perjudicado. El desafío está planteado y la historia debería servir para aprender definitivamente que las oportunidades deben ser aprovechadas en beneficio de todos los argentinos."

El debate esta abierto....

Maxi

2 comentarios:

Maxi dijo...

Otra nota excelente de Eduardo Fidanza sociólogo, profesor de la Universidad de Buenos Aires.

La imposibilidad de una historia común
Por Eduardo Fidanza
Para LA NACION
Viernes 9 de mayo de 2008 | Publicado en la Edición impresa.

http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=1010856


Parrafos extraidos:

"De este modo, todo se mezcla y se discute, pero nada se supera en la Argentina: populistas y liberales democráticos, víctimas del terrorismo de Estado y víctimas de los guerrilleros, neoliberales y keynesianos, agricultores e industriales, nacionalistas y primermundistas siguen representando el viejo drama y repitiendo las mismas muecas. El público, hastiado, abandona la sala. Los primeros en irse son los jóvenes."

"Ya se invoca el Bicentenario con objeto de "relanzar" el Gobierno. Por lo visto, se prefiere sobreactuar la conmemoración en lugar de indagar las causas del malestar que atraviesa a la sociedad"

Maxi

Maxi dijo...

NOTA COMPLETA
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CUANDO LA HISTORIA PARECE REPETIRSE: REGIMENES FRAUDULENTOS, DICTADURAS O DEMOCRACIAS LIMITADAS OBTURARON EL PROGRESO DE LA SOCIEDAD
La noria de las oportunidades perdidas







Felipe Pigna. Historiador
fpigna@clarin.com






Es un lugar común decir que la Argentina perdió muchas oportunidades a lo largo de su historia. Pero la cuestión es un poco más compleja. Puede decirse efectivamente que "la Argentina" perdió o no pudo aprovechar del todo determinadas oportunidades, pero se hace imprescindible aclarar que no pocas de las decisiones políticas que impidieron aquel aprovechamiento fueron tomadas por regímenes fraudulentos, gobiernos militares y democracias limitadas de hecho o de derecho. No pueden socializarse las culpas como se han socializado de hecho las pérdidas mientras las rentas extraordinarias fueron apropiadas por los que tomaban aquellas decisiones.

Es indudable que una parte importante de la renta agraria que el país produjo en el período 1880 a 1930 fue destinada a la modernización de la infraestructura nacional, construyendo caminos, escuelas, edificios públicos y servicios vinculados al modelo agroexportador. Nuestra política económica estaba pensada para satisfacer las necesidades de los mercados externos y de la elite beneficiaria del modelo y no las de la mayoría de los argentinos. Prueba de ello es la escasísima construcción de hospitales, y la concentración de la obra pública en las zonas vinculadas a la exportación y el literal abandono del resto del país. El "granero del mundo" tenía regiones enteras sumidas en la miseria y la desnutrición.

Se perdió entonces la oportunidad de volcar los extraordinarios ingresos de divisas en la creación de fuentes genuinas de ahorro nacional que hubieran hecho innecesario recurrir al capital externo para financiar las obras de infraestructura; de diversificar la economía, fomentar la industrialización. El resultado fue la consolidación de un modelo de país agrícolo-ganadero, a pesar de lo que advertía lúcidamente Carlos Pellegrini: "Es necesario que en la república se trabaje y se produzca algo más que pasto. Nosotros somos y seremos por mucho tiempo, si no ponemos remedio al mal, la granja de las grandes naciones manufactureras". (1)

El radicalismo, de la mano de Hipólito Yrigoyen, logró a partir de 1916 incrementar la obra pública, extender la educación primaria, modernizar la superior, extender la red ferroviaria y potenciar el desarrollo petrolero a través de YPF. Muchos de los proyectos tendientes al desarrollo económico y social fueron bloqueados en el parlamento por los mismos sectores que terminarían derrocándolo en 1930.

La segunda gran oportunidad se dio, paradójicamente, durante la crisis del 30 cuando, frente a la baja de los precios de nuestros productos exportables y la consecuente reducción del ingreso de divisas, comienza el proceso de industrialización. La clase dirigente que encarnó en los gobiernos de la década infame le hizo perder al país la gran oportunidad de industrializarse seriamente -con un plan que coordinara la actividad agropecuaria con la industrial, como había hecho exitosamente Estados Unidos- y eligió la subordinación total a Gran Bretaña a través del Pacto Roca Runcimann, que ratificó la condición de país pastoril, con un sector industrial liviano sin estímulo estatal.

La tercera oportunidad se da en la segunda posguerra. Gran parte de la renta agraria fue captada por un organismo estatal creado por el gobierno peronista, el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) que compraba las cosechas a los productores, las vendía al exterior y volcaba las utilidades en fondos destinados a la obra pública, el subsidio a la actividad industrial, la construcción de viviendas, hospitales, caminos, vías ferroviarias y créditos para el consumo. Gracias a este modelo que tenía la debilidad de seguir dependiendo de la renta agraria, la Argentina se industrializó llegando a ser uno de los pocos países del mundo que producía aviones a reacción y ostentaba el nivel de ingresos por habitante más alto de América latina. Este proceso fue abruptamente interrumpido por la llamada Revolución Libertadora en 1955.

La cuarta gran oportunidad fue sin dudas la que se dio con el modelo desarrollista promovido por Frondizi entre 1958-1962, que tras lograr el autoabastecimiento petrolero y el desarrollo de la industria pesada, fue interrumpido violentamente por la alianza de economistas "liberales" y militares de derecha, que representaban al viejo modelo agroexportador.

La quinta oportunidad puede situarse durante la presidencia del doctor Illia (1963-66), que retomó el impulso al desarrollo industrial, incrementó el presupuesto educativo y de salud a niveles inéditos y nunca más alcanzados, retomó las políticas sociales y logró un crecimiento anual de la economía del 10%. Onganía y los civiles que lo acompañaban, representantes del poder económico más concentrado, decretaron el cierre de aquella notable oportunidad.

La sexta se dio en 1973, con el tercer peronismo. Fue una oportunidad esencialmente política en un panorama internacional complejo signado por la crisis del petróleo. A pesar de las dificultades se incrementaron notablemente la producción industrial y los niveles de consumo. Las diferencias internas en el movimiento, la desaparición de una figura irreemplazable -reemplazada nada menos que por Isabel Perón y López Rega- y la presión salvaje de los grupos de poder por desequilibrar la renta nacional, de la cual el 49% correspondía a los trabajadores, sumaron zozobras. El golpe de Videla-Martínez de Hoz pondría "las cosas en su lugar" bajando la participación de los asalariados a un 21%.

La séptima fue el retorno a la democracia en 1983, en un contexto dramático, con un país destrozado por las políticas antinacionales y antipopulares de la dictadura. Hay que recordar que además de los errores políticos y económicos cometidos por el radicalismo en el poder, aquel gobierno sufrió el permanente acoso de los factores de poder que terminaron provocando el golpe de mercado de 1989.

Siguieron las "oportunidades" de los 90, cuando el gobierno menemista liquidó el patrimonio nacional y estuvo en 1992 en condiciones de pagar la deuda externa gracias a la baja de los bonos externos y al ingreso de divisas por las privatizaciones, y no lo hizo por motivos seguramente inconfesables; y la del 99, cuando la sociedad creyó en la Alianza contra aquel modelo que había destruido el aparato productivo, la red de servicios y el mercado del trabajo, entre otras cosas, y terminó profundizando el modelo de inequidad llamando al padre de la criatura, Domingo Cavallo, para que terminara, como el Doctor Frankenstein, su labor, llevándonos a la peor crisis de nuestra historia.

La décima es la actual, la que no podemos perder. Es una de las más claras oportunidades de nuestra historia: vivimos en democracia, producimos lo que el mundo demanda, tenemos muy poca competencia, los precios son óptimos, a punto tal que con voluntad política, solidaridad y patriotismo se podría garantizar el precio justo para los productos del consumo popular, sin que ningún sector se vea perjudicado. El desafío está planteado y la historia debería servir para aprender definitivamente que las oportunidades deben ser aprovechadas en beneficio de todos los argentinos.

(1) Carlos Pellegrini, Discurso ante la Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones, 18 de septiembre de 1875, Tomo II.